¿QUÉ ES LA CONDUCCIÓN TEMERARIA?

El Código Penal castiga la conducta de quien conduce un vehículo a motor con temeridad manifiesta poniendo en peligro la vida o integridad de otra persona.

En concreto se castiga con penas de prisión de hasta 2 años y privación del permiso de conducir hasta 6 años y se considera que la conducción es manifiestamente temeraria cuando se conduce a velocidad excesiva y con una tasa de alcohol por encima del límite absoluto incapacidad que se fija en 1,2 gramos por litro en sangre.

Es necesaria una temeridad manifiesta en la conducción que es lo que se conoce como imprudencia grave, siendo necesario demostrar que la infracción de las normas de la más mínima diligencia sea clara y del todo evidente.

Algunos ejemplos que podrían considerarse como conducción temeraria serían la realización de un giro prohibido quedando sobre la mediana, la conducción de un ciclomotor a gran velocidad obligando a los peatones a apartarse, la conducción de ciclomotor por la acera o por parques, acercarse excesivamente a otro vehículo, colisionando con él y sacándolo de la vía, adelantamiento de vehículos que circulan en caravana en la proximidad de una curva sin visibilidad, etc.

Fuera de la necesidad de prueba esta manifiesta temeridad, existe una presunción sobre su existencia cuando se dan conjuntamente las circunstancias de velocidad excesiva y una tasa de alcoholemia de 1,2 gramos en litro en sangre o 0'6 mg por litro de aire aspirado,

Para que este delito se perfeccione es necesario que exista un peligro concreto, sin que sea suficiente la sola conducción que pueda calificarse de temeraria.

La persona puesta en peligro no puede considerarse que sea el propio conductor, pero si los ocupantes del vehículo, salvo que consientan voluntariamente al participar de este riesgo, y es suficiente que se ponga en peligro una sola persona sin necesidad de que tenga que existir una identificación de la misma.

Puede considerarse que en situaciones de urgencia y de manera excepcional puede estar permitida esta conducción temeraria siempre y cuando la forma de hacerlo sea proporcional con el beneficio que se busca y el riesgo que se origina. Por ejemplo, el conductor de una ambulancia que va en situación de urgencia y excede de los límites de velocidad permitidos, pero sin que exista una necesidad imperiosa de alcanzar estas velocidades, ocasionando un peligro, puede ser condenado por ese delito.

Existe una modalidad de ese delito que agrava la conducción temeraria y sus consecuencias como sería el caso de la conducción homicida, castigándose con penas de prisión de hasta 5 años, multa de hasta 24 meses y privación del permiso de conducir hasta 10 años la conducta de quien con manifiesto desprecio por la vida de los demás, realice una conducción como la antes descrita.

Son ejemplos de esta forma de conducir y de esa posibilidad de ser condenado a una pena mucho más grave la de aquél que conduce en sentido contrario a la dirección de la vía; el que voluntariamente choca con otro vehículo; el que conduce por una vía o calle peatonal a velocidad excesiva atropellando a alguien; el que se acerca excesivamente a otro vehículo, lo golpea y saca de la vía, o frena bruscamente una vez lo ha pasado; el hecho de conducir estando otra persona colocada sobre el conductor, etc.

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